Soy de los que les gustan los muebles de anticuario, pero es cierto que cuando caes en un hotel con el catre con más años que una vía romana, pues gracia no hace, digamos que puede ser todo de anticuario, pero el camastro pues no. Sin embargo, en esta estancia mezcla de ibicenco, románico, el cabezal queda perfectamente integrado, el suelo de piedra y la limpieza de objetos en la estancia hace que den ganas de hacer la requerida siesta al frescor del mar, la terraza puede parecer un poco vertiginosa por la ausencia de barandillas, sin embargo, su función es para darse un chapuzón.